Marcos 6:7-13
7 Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
8 Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
9 sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.»
10 Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí.
11 Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.»
12 Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
13 expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
1. Dios elige, llama y envía a cada persona para realizar una tarea específica
Unos siete siglos antes de Cristo, un humilde “pastor y cultivador de higos” de nombre Amós, quien nos cuenta su propia vocación en la primera lectura de este domingo (Amós 7, 12-15), fue llamado y enviado por Dios para realizar la tarea propia de los auténticos “profetas” -porque también existían en su tiempo los profetas falsos, los adivinos que adulaban al rey de Israel en su palacio-. La misión confiada a Amós como profeta consistía hablar en nombre de Dios, denunciando la idolatría y la injusticia, como también anunciando la salvación para quienes se conviertan a Él y cumplan sus mandamientos.
Los doce apóstoles, como nos lo cuenta el Evangelio de este domingo, fueron llamados y enviados por Jesús, Dios hecho hombre, para invitar a todas las personas a convertirse, es decir, a reorientar sus vidas hacia Dios, y para sanar las dolencias humanas con el poder del Espíritu Santo. Y el apóstol Pablo, quien no formó parte de los primeros doce, pero recibió también el título de “apóstol” -que en griego significa “enviado”-, fue llamado y enviado por Cristo después de su resurrección para proclamar su mensaje salvador a los pueblos paganos, entre ellos los de la ciudad de Éfeso en el Asia Menor (hoy Turquía), a quienes dirigió la carta de la cual está tomada la segunda lectura de hoy (Efesios 1,3-14).
Cada uno(a) de nosotros ha sido asimismo elegido(a) y llamado(a) por Dios para una misión que nos invita a realizar. Esta elección y este llamamiento conllevan una tarea específica, la que el Señor le señala a cada cual para colaborar con Él en la realización de su plan universal de salvación.
2. Jesús envía a sus apóstoles de dos en dos, dándoles poder para predicar y sanar
Hay un detalle que llama la atención en la misión dada por Jesús a los Doce apóstoles: son enviados de dos en dos. En la tradición jurídica del judaísmo, para que fuera válido y creíble un testimonio tenía que ser dado al menos por dos personas que coincidieran en su contenido. Este es el sentido originario de esta forma de enviar Jesús a sus discípulos, a lo que podemos agregar el de ayudarse mutuamente para la realización de la tarea evangelizadora.
Otro tema que llama la atención son las instrucciones que les da sobre el modo de proceder para llevar a cabo la misión. En cuanto a lo que pueden y lo que no deben llevar, es significativo que lo permitido sea lo que tiene que ver con el hecho de ponerse en camino -el bastón, las sandalias y una sola túnica-, mientras que todo lo demás que necesiten se supone que van a obtenerlo de las comunidades a las que se dirigen, como contribución por el trabajo que realicen en ellas. Más allá de estas especificaciones, lo que en el fondo significa la instrucción de Jesús es que deben ir ligeros de equipaje, sin apegos materiales que les impidan la agilidad requerida para el camino, confiados plenamente en el poder de Dios que les da la energía espiritual necesaria.
Termina la instrucción de Jesús a sus enviados con el símbolo de “sacudirse el polvo de los pies”. Es una forma de expresar, con un gesto, que la Buena Noticia que están llamados a proclamar puede ser rechazada en determinados ambientes, pero no por ello deben ellos desanimarse en su trabajo. Por el contrario, deben buscar otros horizontes, con nuevos ánimos y dejando atrás todo lo que les impida proseguir su tarea evangelizadora. Quienes no acojan el mensaje de salvación serán como los que dejan pasar la oportunidad sin aprovecharla. Peor para ellos.
3. Llamaron a todos a volver a Dios, expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban
El pasaje del Evangelio de Marcos termina con una breve descripción de la tarea que comenzaron a realizar aquellos primeros discípulos, enviados por Jesús a proclamar su mensaje de salvación.
Para describir esa tarea, se hace referencia a elementos esenciales de la misión de la Iglesia. En efecto, la invitación a la conversión, la “expulsión de los demonios” -es decir, la victoria sobre las fuerzas del mal producida por la acción renovadora del Espíritu Santo- y la unción de los enfermos con el óleo o aceite consagrado como signo eficaz de sanación espiritual -uno de los 7 sacramentos de la Iglesia-, son elementos imprescindibles en la proclamación del mensaje de la salvación obrada por Jesucristo y que Él mismo quiso que se prolongara a partir de sus primeros apóstoles.
Conclusión
Pidámosle al Señor que nos ayude a todos para que no seamos sordos a su llamamiento, sino que cumplamos fiel y generosamente la tarea que Él nos ha encomendado en la misión para la cual nos llamó.
En especial pidamos por el Papa y los obispos, sucesores de los apóstoles, y por los presbíteros y diáconos que son sus colaboradores inmediatos en la predicación del Evangelio. Y asimismo pidamos por los religiosos y religiosas de las distintas congregaciones, como también por las personas laicas comprometidas en variadas formas de colaboración al servicio del Reino de Dios, que es el reinado del amor, la justicia y la paz.
Que nuestro Señor Jesucristo, quien llama a cada persona bautizada con una vocación específica para proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios con el testimonio de la propia vida, nos ayude a todos para realizarla con la fuerza de su Espíritu.
Fuente: https://jesuitas.co/