Los controles de seguridad se sucedieron uno detrás de otro para acceder a los distintos cuadrantes habilitados, a los que se tenía acceso gracias a los boletos que la arquidiócesis de Manila se encargó de repartir. Cada boleto, de color blanco en este caso, estaba numerado.
La gente esperó al Pontífice bajo un sofocante calor y una gran humedad, pero eso no afectó su gran alegría. Cantaron, rieron y aplaudieron cada vez que las pantallas mostraban los actos previos del Encuentro en el interior del pabellón, donde se sucedieron los actos musicales y los testimonios.
Aunque las pantallas fallaron en varias ocasiones, los asistentes sí lograron ver la salida del Papa y el recorrido por las calles de la ciudad antes de llegar al lugar del Encuentro. Los fieles se levantaron, le aplaudieron y le gritaron vivas. En varias ocasiones incluso hicieron la “ola”.
El momento más fuerte se vivió sin duda cuando por fin llegó Francisco y realizó el recorrido con el papamóvil por las vías preparadas para ello. Los cientos de personas que esperaban se levantaron corriendo y se acercaron con sus celulares, tablets y cámaras fotográficas para inmortalizar el momento.
“¡Viva el Papa!”, gritaron algunos en español. “¡Francis, Francis!”, dijeron también en inglés.
Cuando comenzó el Encuentro todos volvieron a su sitio y lo siguieron con gran recogimiento. Escucharon atentamente las emocionantes palabras del Papa que arrancaron más de una lágrima a los presentes.
El momento del Padrenuestro cantado en tagalo fue entrañable y muchos unieron sus manos mientras cantaban, otros las levantaron mientras oraban.
Al término del evento, los peregrinos fueron saliendo con normalidad de las distintas zonas, contentos y agradecidos por lo vivido. Algunos se encontraron con familiares y conocidos e intercambiaron impresiones. También muchos pidieron la bendición de los obispos que estuvieron en el evento.