A pesar del dolor que los Mueller tienen en el corazón han decidido participar en el congreso ‘Todos somos nazarenos’ en Madrid para contar su experiencia de fortaleza y dolor durante el secuestro de su hija y cómo su fe les ha ayudado a no derrumbarse a pesar de las tremendas dificultades.
Su madre, Marsha, aún se emociona cuando la recuerda. Se le saltan las lágrimas porque vuelve a revivir el año y medio de angustia y desconcierto al no saber dónde estaba su hija, ni en qué condiciones la tenían retenida.
“En mayo de 2013 pasó unos días en casa, esto fue tan sólo dos meses antes de que la secuestraran. Yo hablé con ella seriamente, le dije que aquella no era su guerra y que no tenía que morir por ella. La mañana antes de que volara a Siria Kayla me dio un pequeño regalo, era un trozo de barro en el que había marcado su mano y me dijo: 'Mamá, llévame siempre de la mano'. Siempre utilizó lo que estuvo a su alcance para aliviar el dolor de otros y hacer el bien”, explica a ACIPrensa Marsha.
Según recuerda su padre, la escritura era una de las pasiones de Kayla, quien solía escribir largas cartas a sus padres y en las que se reflejaba el espíritu profundamente generoso y altruista de su hija. En una ocasión le dijo: “He encontrado a Dios en el reflejo de los ojos de los que sufren, así es como Le buscaré toda la vida”.
Durante su secuestro, algunos de los rehenes con los que compartía celda fueron liberados. Una de ellas pudo sacar escondida una carta que Kayla había escrito para sus padres en la que hablaba de que durante su secuestro había sido tratada con respeto. “Vuestro recuerdo hace que rompa a llorar. Si puedo decir que he sufrido durante todo este tiempo ha sido por el pensamiento de lo mucho que deberíais estar sufriendo vosotros”, apuntaba.
También decía: “Recuerdo que Mamá siempre me decía que al final lo único que realmente tenemos es a Dios. Estoy en un lugar y en una experiencia en la que literalmente me he rendido a nuestro Creador porque realmente no hay nada más. Con Dios y con vuestras oraciones me he sentido tiernamente acunada en esta caída libre. Se me ha mostrado la luz en la oscuridad y cómo a pesar de estar en prisión uno puede ser libre. Y estoy agradecida”.
Además subrayaba la importancia de buscar lo positivo en cada momento: “Veo que hay bien en cada situación, a veces simplemente hay que buscarlo. Rezo cada día para que vosotros también hayáis sentido la cercanía y la rendición a Dios y creado un vínculo de amor y apoyo entre nosotros”.
“No quiero que las negociaciones por mi liberación sean un deber, si hay otra opción, tomadla, incluso si lleva más tiempo. Esto nunca debió convertirse en vuestra carga. He pedido a esta mujer que os apoye, por favor, escuchad sus consejos”, afirmaba y también les pedía: “Por favor, sed pacientes, ofreced vuestro dolor a Dios. Sé que queréis que me mantenga fuerte, y es precisamente lo que estoy haciendo. No tengáis miedo por mí, seguid rezando para que como deseo y si es la voluntad de Dios, estemos juntos pronto”.
Ante tanto sufrimiento vivido y la certeza de que su hija ya nunca volverá, Carl Mueller asegura a ACI Prensa que la fe en Cristo ha sido fundamental para afrontar todo ese tiempo de secuestro y ahora de luto. “No sé cómo lo habríamos afrontado sin la ayuda de la fe. Ésos 18 meses han cambiado radicalmente nuestra relación de una manera irreversible, pero tenemos nuestra fe y nos hace estar juntos y unidos”
“Kayla nos enseñó que una persona puede hacer la diferencia, hacer que algo cambie. Ella sentía como una injusticia no utilizar las libertades que disfrutamos en los países libres para ayudar a los que no las tienen. Le atormentaba el sufrimiento de los otros”; recuerda su padre quien precisa que son “una familiamuy normal. Sólo hemos tenido la fortuna de Dios nos dio una hija excepcional”.
Más información sobre Kayla Mueller y la fundación creada por sus padres en su recuerdo aquí: www.forkayla.org y www.kayla.org
(Foto de portada http://www.columbian.com/, y artículo http://www.nbcnews.com/)
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